En caso de roedores, llama al prometido de tu amante

En caso de roedores, llama al prometido de tu amante

Mis inseguridades hacian que no me sintiera del cualquier comoda con el. Sin embargo me sentia mucho menor comoda con el animal invasor.

El ruido de las cortinas que protegen la ventana contiguo a mi cama me desperto a eso de las 4 de la madrugada. Abri las ojos justamente a tiempo Con El Fin De ver como la rata saltaba desde el alfeizar a mi edredon.

Salte sobre la cama, gritando escritorio mamba, aunque mi pie se enredo en las sabanas asi­ como me estrelle contra el suelo en la mitad sobre mi analisis. Me levante y encendi las luces Con El Fin De asegurarnos de que mi visitante no era el arti­culo sobre la pesadilla. La rata, que hoy por hoy correteaba por debajo de mi cama, debia de tener alzado por la escalera de incendios hasta la ventana de mi tercer casa.

Habia audicion hablar de otros dramaticos avistamientos sobre roedores en el West Village de Manhattan, adonde me habia mudado justo a lapso para que la pandemia cerrara las restaurantes, por lo que las ratas salieron tratando de conseguir novedosas fuentes de alimento. Temblando, mientras me ponia la bata, rebuscaba en mis armarios con la confianza de dar con implementos improvisados de aprehender ratas, me maldije por existir dejado la ventana abierta, desplazandolo hacia el pelo por tener resuelto vivir sola.

Pense en mi novia, Celeste, asi­ como en su seccion de Brooklyn lleno de plantas. ?Por que nunca estaba durmiendo en su cama con su gata, Teaspoons, roncando an el bando? Durante la reciente vez que me quede an acostarse en su residencia, Teaspoons paso la noche frotandose con tanto empeno en mis sandalias que tuve que tirarlas, por consiguiente las correas sobre velcro quedaron irremediablemente obstruidas por su generoso pelaje. Hoy, varios anos luego, estaba deseando existir conservado las sandalias, tanto por el recuerdo igual que por el hedor a micifuz, un probable factor disuasorio para los roedores.

Sali con tantas individuos el ano sub siguiente del fin de mi casamiento que mi terapeuta nunca podia recordar las nombres. Llamo “Flor sobre invernadero” an una mujer de la elevada humanidad y no ha transpirado “Ubermensch frances” a un economista cuyo acento y no ha transpirado musculos me enamoraron. Tambien habia la violinista, un banquero ingles desplazandolo hacia el pelo un lexicografo al que le gustaban las faldas escocesas y las cocteles sobre periodo. Todos eran divertidos, No obstante Celeste era distinta.

Cuando la vi esperandome en nuestra primera cita, sentada en un taburete sobre un bar sobre tequila hipster, sus ojos verde mar y su delicado cuello hicieron que mi corazon se acelerara. Al reirme con las historias y reaccionar a las perspicaces dudas, me senti todavia mas acalorada. Literalmente, empece a transpirar en el bar abarrotado.

Al agitar el brazo en un ademan, me oli a mi misma y no ha transpirado me di cuenta sobre que mi temperatura habia despertado anos sobre olor corpi?reo encerrado en las fibras del traje vintage que me habia Ya por primera ocasii?n. Al final sobre la velada, cuando Celeste se inclino para abrazarme, le di un abrazo usando unicamente las antebrazos, con la zona superior de los brazos prieta contra mi torso de incluir el olor.

“Debi haberte besado”, le envie un mensaje sobre escrito despues sobre regresar a mi residencia.

“?Que igual el viernes?”, respondio la novia. Desde por lo tanto nos besamos y hablamos.

Nunca empece a salir con hembras inclusive casi los 40 anos de vida. Celeste, mi primera novia, por fortuna, encontro entranablemente divertidos mis errores anticuados y los posteriores instantes de incomodidad. Cuando nos conocimos, nunca hacia abundante que la novia igualmente habia dejado una comunicacion de muchos anos de vida. Ninguna de estas dos queria lanzarse an otra comunicacion seria. No obstante entretanto mis diferentes citas se centraban en el placer, Celeste y no ha transpirado yo nos confiabamos mutuamente las partes mas dificiles sobre modelos vidas.

Sin embargo en la noche de la rata (que claramente califico como la pieza dura, no obstante breve, sobre mi vida), Celeste desplazandolo hacia el pelo Teaspoons estaban a kilometros de trayecto. Nuestro consenso sobre vivir separadas sin dejar sobre vernos solia funcionar bien. Las noches que estabamos separadas, nos llamabamos de contarnos los pormenores de nuestras otras citas. Aunque mi liberacii?n ademas significaba que nunca tenia a ninguna persona que me ayudara con crisis como la sobre la rata, que parecia haberse refugiado en una caja sobre carton escaso mi cama.

Respire hondo, mire el dibujo de la filosofa feminista Simone sobre Beauvoir que colgaba referente a mi escritorio asi­ como me dije que nunca necesitaba favorece. Utilice una escoba de empujar la caja al pasillo asi­ como cerre la camino de mi seccion de un portazo, me felicite a mi misma mientras me disculpaba mentalmente con mis vecinos en caso de que la rata nunca saliera del edificio.

Cuando llegue a hogar del trabajo esa tarde, la senora sobre Beauvoir estaba trastornada. La rata no habia estado en la caja despues de todo. Luego de que me marche, habia explorado su recien estrenada morada, royo la cortina de la ducha, derribo la mano sobre madera del maniqui donde colgaba mis joyas e, imagine, quizas miro con nostalgia por la ventana cerrada mientras lamentaba algunas sobre las propias decisiones vitales.

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